2 Actuó correctamente ante el Señor, aunque no fue totalmente intachable.
3 Cuando consolidó su soberanía, mató a los súbditos que habían asesinado a su padre, el rey.
4 Pero no mató a sus hijos, de acuerdo con lo escrito en la ley de Moisés, promulgada por el Señor: «Los padres no morirán por las culpas de los hijos, ni los hijos por las culpas de los padres. Cada cual morirá por su propio pecado».
5 Amasías reunió a Judá y lo organizó por familias paternas, al mando de jefes de millar y de cien para todo Judá y Benjamín. Hizo el censo de los mayores de veinte años y resultaron trescientos mil soldados escogidos, aptos para el ejército y armados de lanza y escudo.
6 Reclutó también como mercenarios a cien mil guerreros de Israel por cien talentos de plata.
7 Pero un profeta se presentó ante él y le dijo:—Majestad, no te apoyes en el ejército israelita pues el Señor no está con Israel ni con los efraimitas.
8 Y si vas así, creyéndote reforzado para la batalla, Dios te hará caer ante el enemigo, pues Dios tiene el poder de apoyar y hacer caer.