3 Reconstruyó los santuarios locales de los altos que su padre Ezequías había derruido, levantó altares a los baales, erigió columnas y adoró y dio culto a todos los astros del cielo.
4 Construyó altares en el Templo del que el Señor había dicho: «En Jerusalén estará siempre mi nombre».
5 Levantó altares a todos los astros del cielo en los dos patios del Templo.
6 Quemó a sus hijos en sacrificio en el valle de Ben Hinón, practicó el espiritismo, la brujería y la hechicería, instituyó nigromantes y adivinos y ofendió tanto al Señor, que provocó su indignación.
7 Hizo una estatua idolátrica y la colocó en el Templo del que Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este Templo y en Jerusalén, mi ciudad elegida entre todas las tribus de Israel, residirá mi nombre por siempre.
8 No volveré a dejar que Israel abandone la tierra que di a sus antepasados, con tal que guarden y cumplan todo lo que les he mandado por medio de Moisés: la ley, los preceptos y las normas».
9 Pero Manasés indujo a Judá y a los habitantes de Jerusalén a portarse peor que las naciones que el Señor había aniquilado ante los israelitas.