2 pero yo te he construido un palacio, una morada en la que habites para siempre.
3 Luego el rey se dio la vuelta y bendijo a toda la asamblea de Israel que estaba en pie,
4 diciendo:—Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló a mi padre David, y que ha realizado lo que prometió:
5 «Desde el día en que saqué a mi pueblo Israel de Egipto no elegí ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel para construir un Templo donde residiera mi nombre, ni escogí a ningún hombre como príncipe de mi pueblo Israel.
6 En cambio he elegido a Jerusalén como morada de mi nombre y a David como jefe de mi pueblo Israel».
7 Mi padre, David, pensaba construir un Templo en honor del Señor, Dios de Israel;
8 pero el Señor le dijo: «Has pensado construir un Templo en mi honor y lo que piensas está bien.