21 Los peces del Nilo murieron, y el río empezó a despedir un olor tan pestilente que los egipcios no pudieron beber de sus aguas. Egipto entero se llenó de sangre.
22 Pero los magos de Egipto, valiéndose de sus artes mágicas, hicieron lo mismo. Así que el faraón continuó intransigente y no escuchó a Moisés y Aarón, tal como el Señor había predicho.
23 Sin dar importancia a lo ocurrido, el faraón se volvió a su palacio.
24 Los egipcios tuvieron que excavar pozos en las márgenes del Nilo para sacar agua potable, pues el agua del Nilo ya no lo era.
25 Siete días después de que el Señor golpeara el agua del Nilo,
26 el Señor dijo a Moisés:—Preséntate ante el faraón y dile: «Esto dice el Señor: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto.
27 Si te opones a dejarlo salir, infestaré tu reino con una plaga de ranas.