23 Si, pues, el Señor, Dios de Israel, quitó su heredad a los amorreos para dársela a su pueblo Israel, ¿ahora se la vas a arrebatar tú?
24 ¿No posees todo lo que tu dios Quemós quitó a sus propietarios para dártelo a ti? Igualmente nosotros poseemos todo lo que el Señor nuestro Dios quitó a sus propietarios para dárnoslo a nosotros.
25 ¿Vas a ser tú más que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Acaso pudo él prevalecer en su lucha contra Israel?
26 Hace ya trescientos años que Israel está establecido en Jesbón y en sus aldeas, en Aroer y en sus aldeas y en todos los poblados que están a ambos lados del Arnón, ¿cómo es que no lo han recuperado ustedes en todo ese tiempo?
27 Yo no te he ofendido; eres tú el que te portas mal conmigo declarándome la guerra. El Señor sea juez hoy entre israelitas y amonitas.
28 Pero el rey de los amonitas hizo caso omiso del mensaje que le envió Jefté.
29 El espíritu del Señor se apoderó de Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, llegó a Mispá de Galaad y desde Mispá de Galaad se adentró en el territorio de los amonitas.