3 y aborrecí a Esaú, cuyos montes convertí en desolación y cuya heredad abandoné a los chacales del desierto.
4 Puesto que Edom dice: «Hemos sido destrozados, pero reconstruiremos las ruinas», así responde el Señor del universo: Ellos edificarán y yo derribaré; y se dirá de ellos que son un país malvado y un pueblo contra el cual el Señor se ha airado perpetuamente.
5 Cuando lo vean con sus propios ojos, dirán: «El Señor muestra su grandeza aún más allá de las fronteras de Israel».
6 El Señor del universo les dice a ustedes, sacerdotes, que menosprecian su nombre: El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Si, pues, yo soy padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está la reverencia que se me debe? Ustedes le responden: «¿En qué forma menospreciamos tu nombre?».
7 Pues en que ofrecen sobre mi altar alimentos impuros. Pero ustedes vuelven a preguntar: «¿En qué te hemos mancillado?». Lo hacen al considerar que la mesa del Señor puede ser menospreciada.
8 Cuando ofrecen animales ciegos para el sacrificio, ¿no piensan que está mal? Y cuando ofrecen animales lisiados o enfermos, ¿no piensan que está mal? Anden, ofrézcanselo a su gobernador, ¿creen que le agradarán y que los acogerá favorablemente? —dice el Señor del universo—.
9 Así pues, supliquen el favor de Dios para que se apiade de nosotros. Porque si esto es lo que ofrecen, ¿creen que los acogerá favorablemente? —dice el Señor del universo—.