17 Solo entonces les dije:—Ya ven la ruinosa situación en la que estamos: Jerusalén desolada y sus puertas devoradas por el fuego. Vengan y reconstruyamos la muralla de Jerusalén; dejaremos así de ser objeto de oprobio.
18 Los puse al corriente de lo que me había dicho el rey y de cómo Dios me había protegido. Ellos, por su parte, animándose mutuamente para una tarea tan hermosa, respondieron:—¡Manos a la obra y comencemos la reconstrucción!
19 Cuando se enteraron de esto Sambalat, el joronita, su ayudante amonita Tobías y el árabe Guesén, se burlaron de nosotros y nos dijeron con menosprecio:—¿Qué es lo que están haciendo? ¿Acaso intentan rebelarse contra el rey?
20 Les repliqué:—El Dios de los cielos nos dará éxito. Nosotros, sus siervos, pondremos manos a la obra y llevaremos a cabo la reconstrucción. Ustedes, en cambio, no tienen parte, ni derecho, ni nada que recordar en Jerusalén.