4 Los de Judá decían:—Empiezan a fallar las fuerzas de los acarreadores y el escombro es mucho. No podremos reconstruir la muralla.Por su parte nuestros enemigos decían:
5 —Que no se enteren ni nos vean hasta que irrumpamos en medio de ellos, los matemos y paremos la obra.
6 Pero los judíos que residían entre ellos no cesaban de advertirnos:—De todos los sitios caerán sobre ustedes.
7 Así que coloqué al pueblo por familias con sus espadas, lanzas y arcos en las partes bajas por detrás de la muralla y en los lugares descubiertos.
8 Inspeccioné el dispositivo, me puse en pie y dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo:—¡No teman ante ellos! ¡Acuérdense que el Señor es grande y poderoso! ¡Luchen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y sus casas!
9 Constataron nuestros enemigos que estábamos apercibidos y que Dios había desbaratado sus planes; así que pudimos volver a las murallas, cada uno a su trabajo.
10 Desde aquel día, la mitad de mis muchachos trabajaba en la obra y la otra mitad empuñaba lanzas, escudos, arcos y corazas, mientras los jefes todos de Judá los apoyaban incondicionalmente.