7 Así que coloqué al pueblo por familias con sus espadas, lanzas y arcos en las partes bajas por detrás de la muralla y en los lugares descubiertos.
8 Inspeccioné el dispositivo, me puse en pie y dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo:—¡No teman ante ellos! ¡Acuérdense que el Señor es grande y poderoso! ¡Luchen por sus hermanos, hijos e hijas, por sus mujeres y sus casas!
9 Constataron nuestros enemigos que estábamos apercibidos y que Dios había desbaratado sus planes; así que pudimos volver a las murallas, cada uno a su trabajo.
10 Desde aquel día, la mitad de mis muchachos trabajaba en la obra y la otra mitad empuñaba lanzas, escudos, arcos y corazas, mientras los jefes todos de Judá los apoyaban incondicionalmente.
11 Los que construían la muralla y los que portaban las cargas realizaban con una mano el trabajo y con la otra empuñaban un arma.
12 Cada albañil tenía una espada ceñida a la cintura y así realizaba su labor. A mi lado estaba permanentemente alguien que tocara la corneta.
13 Dije a los nobles, a las autoridades y al resto del pueblo:—La obra es extensa y estamos desperdigados a lo largo de la muralla, lejos los unos de los otros.