3 Otros se quejaban:—Hemos tenido que empeñar nuestros campos, viñas y casas para obtener cereal y combatir el hambre.
4 Y otros se lamentaban:—Hemos tenido que pedir préstamos a causa del tributo real sobre nuestros campos y viñas.
5 Somos de la misma raza que nuestros otros compatriotas y nuestros hijos son como los suyos; sin embargo, tenemos que someterlos a servidumbre. Algunas de nuestras hijas se han convertido en esclavas y no hemos podido impedirlo porque nuestros campos y viñas son de otros.
6 Al oír estas quejas y estos razonamientos me indigné sobremanera
7 y, después de reflexionar, recriminé a los nobles y a las autoridades diciéndoles:—¿Cómo es que exigen interés a sus hermanos?A renglón seguido convoqué contra ellos una gran asamblea
8 y les dije:—Nosotros hemos rescatado, dentro de nuestras posibilidades, a nuestros compatriotas judíos que habían sido vendidos a los paganos; ¡y ahora ustedes venden a sus compatriotas para que tengamos que volver a rescatarlos!Se callaron porque no tenían argumentos.
9 Yo entonces añadí:—No está bien lo que hacen. ¿No deberían más bien respetar a nuestro Dios para que no nos menosprecien los paganos, nuestros enemigos?