15 y que, por tanto, debían hacer correr la voz por Jerusalén y por todas sus ciudades para que salieran al monte y trajeran ramas de olivo y de acebuche, de mirto, de palmeras y de otros árboles frondosos para hacer cabañas, según lo prescrito.
16 Salió, pues, el pueblo, trajo las ramas e hicieron con ellas cabañas para cada uno en sus patios y terrazas, así como en los atrios del Templo de Dios, en la plaza de la Puerta de las Aguas y en la plaza de la Puerta de Efraín.
17 Todos los que habían regresado del destierro construyeron cabañas y habitaron en ellas. Era algo que los israelitas no hacían desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta entonces. Y hubo una alegría muy grande.
18 Se leyó el Libro de la Ley de Dios todos los días, desde el primero hasta el último. Hicieron fiesta durante siete días y al octavo se celebró, según la costumbre, una solemne asamblea.