5 y protestó contra Dios y contra Moisés, diciendo:—¿Por qué nos han hecho salir de Egipto para hacernos morir en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y estamos hastiados de este alimento miserable.
6 El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían. Fueron muchos los israelitas que murieron,
7 por lo que el pueblo acudió a Moisés y le suplicó:—Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Intercede ante el Señor para que aleje estas serpientes de nosotros.Moisés intercedió por el pueblo
8 y el Señor le dijo:—Haz esculpir una serpiente venenosa y colócala en la punta de una asta; cualquiera que sea mordido y la mire, se recuperará.
9 Esculpió, en efecto, Moisés una serpiente de bronce y la puso en la punta de una asta; cuando uno cualquiera era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se recuperaba.
10 Los israelitas continuaron su marcha y acamparon en Obot.
11 Luego partieron de Obot y acamparon en Iyé-Abarín*, en el desierto que está frente a Moab, al oriente.