10 derramaré, en cambio, sobre la dinastía de David y los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Dirigirán sus miradas hacia mí, a quien traspasaron, harán duelo como se hace por un hijo único y llorarán amargamente como se llora a un primogénito.
11 Aquel día el duelo en Jerusalén será tan grande como el de Hadad-Rimón en la llanura de Meguido.
12 Todo el país hará duelo, familia por familia: los descendientes de David y de Natán, y también sus mujeres;
13 los descendientes de Leví y de Simeí, y también sus mujeres;
14 y todos los demás clanes, cada uno por su parte, con sus respectivas mujeres.