7 Como ellos insistían en preguntar, Jesús se incorporó y les dijo:—El que de ustedes esté sin pecado que tire la primera piedra.
8 Dicho esto, se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo.
9 Oír las palabras de Jesús y escabullirse uno tras otro, comenzando por los más viejos, todo fue uno. Jesús se quedó solo, con la mujer allí en medio.
10 Se incorporó y le preguntó:—Mujer, ¿dónde están todos esos? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella le contestó:—Ninguno, Señor.Jesús le dijo:—Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no vuelvas a pecar.]
12 Jesús se dirigió de nuevo a los judíos y les dijo:—Yo soy* la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
13 Los fariseos le replicaron:—Estás declarando como testigo en tu propia causa; por tanto, tu testimonio carece de valor.