30 La mujer regresó a su casa y encontró a su hija acostada en la cama y libre del demonio.
31 Jesús salió de nuevo de la región de Tiro y, pasando por Sidón*, se dirigió al lago de Galilea* a través del territorio de la Decápolis.
32 Estando allí, le llevaron un hombre que era sordo y tartamudo, y le rogaron que pusiera su mano sobre él.
33 Jesús se llevó al hombre aparte de la gente y, cuando ya estaban solos, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.
34 Luego, mirando al cielo, suspiró y exclamó:—¡Effata! (que significa «¡Ábrete!»).
35 Al punto se abrieron los oídos del sordo, se le desató la lengua y pudo hablar correctamente.
36 Jesús mandó a los presentes que no contaran a nadie lo sucedido; pero cuanto más se lo mandaba, más lo divulgaban.