44 Hasta los ladrones que estaban crucificados junto a él lo llenaban de insultos.
45 Desde el mediodía, toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde.
46 Hacia esa hora Jesús gritó con fuerza:—Elí, Elí, ¿lemá sabaqtaní?, es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
47 Lo oyeron algunos de los que estaban allí y comentaron:—Está llamando a Elías.
48 Al punto, uno de ellos fue corriendo a buscar una esponja, la empapó en vinagre y sirviéndose de una caña se la acercó a Jesús para que bebiera.
49 Pero los otros le decían:—Deja, veamos si viene Elías a salvarlo.
50 Jesús, entonces, lanzando otra vez un fuerte gritó, expiró.