2 —Bien —contestó Najás—, pero con una condición: le sacaré el ojo derecho a cada uno de ustedes como una afrenta para Israel.
3 —Danos siete días para ver si podemos obtener ayuda —respondieron los ancianos de Jabés—. Si ninguno de nuestros hermanos viene a ayudarnos, aceptaremos tus condiciones.
4 Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, ciudad de Saúl, y contaron lo que ocurría, todos se pusieron a llorar.
5 Saúl estaba arando en el campo, y cuando regresó al pueblo preguntó: «¿Qué pasa? ¿Por qué están llorando?»Al enterarse de lo que habían mandado a decir los de Jabés,
6 el Espíritu de Dios vino poderosamente sobre Saúl, y se enojó mucho.
7 Tomó dos bueyes, los cortó en pedazos, y los envió por todo Israel con este mensaje: «Esto es lo que le ocurrirá a los bueyes de cada uno que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla».Y Dios hizo que el pueblo sintiera temor por la ira de Saúl, y acudieron como un solo hombre.
8 Él los contó en Bézec y vio que eran trescientos mil, además de treinta mil que vinieron de Judá.