6 el Espíritu de Dios vino poderosamente sobre Saúl, y se enojó mucho.
7 Tomó dos bueyes, los cortó en pedazos, y los envió por todo Israel con este mensaje: «Esto es lo que le ocurrirá a los bueyes de cada uno que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla».Y Dios hizo que el pueblo sintiera temor por la ira de Saúl, y acudieron como un solo hombre.
8 Él los contó en Bézec y vio que eran trescientos mil, además de treinta mil que vinieron de Judá.
9 Entonces envió los mensajeros de regreso a Jabés de Galaad para que dijeran: «Los rescataremos antes de mañana al mediodía».¡Hubo gran alegría en toda la ciudad cuando llegó aquel mensaje!
10 Y los de Jabés mandaron a decir a sus enemigos: «Nos rendiremos. Mañana saldremos y podrán hacer con nosotros lo que quieran».
11 Al día siguiente, muy temprano, Saúl llegó. Tras dividir al ejército en tres columnas, lanzó un ataque sorpresivo sobre los amonitas y durante toda la mañana estuvo diezmando al enemigo. La persecución fue tan tenaz, que no quedaron juntos ni siquiera dos.
12 El pueblo le dijo a Samuel:—¿Dónde están los que decían que Saúl no podría ser nuestro rey? Tráiganlos y los mataremos.