2 mis hijos son parte del pueblo, y yo ya estoy viejo y lleno de canas y los he estado sirviendo desde que era un niño.
3 Ahora, díganme mientras estoy delante del SEÑOR y delante de su ungido: ¿He robado a alguien un buey o un burro? ¿He defraudado alguna vez a alguno de ustedes? ¿Los he oprimido alguna vez? ¿He recibido soborno de alguien? Díganmelo y rectificaré todo lo malo que haya hecho.
4 —No —contestaron—, jamás has defraudado ni oprimido a nadie y jamás has recibido soborno.
5 —El SEÑOR y el rey que ha ungido son mis testigos —declaró Samuel— de que no pueden acusarme de haberles robado.—Sí, son testigos —contestaron.
6 —Fue el SEÑOR quien designó a Moisés y a Aarón y sacó de Egipto a nuestros antepasados —continuó Samuel—.
7 Ahora, permanezcan de pie delante del SEÑOR mientras les hago un recuento de los beneficios que él nos ha hecho a nosotros y a nuestros antepasados, y de lo mal que le hemos respondido:
8 »Después de que Jacob entró a Egipto, los israelitas clamaron al SEÑOR, él envió a Moisés y a Aarón para que los introdujeran en esta tierra.