4 A la mañana siguiente, mientras Jonatán conversaba con su padre, le habló bien de David y le pidió que no lo tuviera por enemigo.—Él nada ha hecho contra ti —le dijo Jonatán—. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido.
5 ¿Te has olvidado de cuando arriesgó su vida por dar muerte a Goliat y cómo el SEÑOR le dio una gran victoria a Israel como resultado? Entonces estabas muy feliz. ¿Por qué ahora quieres asesinar a un hombre inocente? No hay razón para ello.
6 Saúl halló razón en las palabras de Jonatán y juró:—Vive el Señor que no mataré a David.
7 Jonatán llamó a David, le contó lo ocurrido, y lo llevó ante Saúl y todo quedó como antes.
8 La guerra estalló poco después, David dirigió las tropas contra los filisteos, y mató a muchos de ellos haciendo huir a todo el ejército.
9 Pero un día en que Saúl estaba sentado en su casa oyendo a David tocar el arpa, repentinamente el espíritu que lo atormentaba de parte del SEÑOR lo atacó. Tenía la lanza en la mano
10 y se la arrojó a David con la intención de matarlo, pero David se hizo a un lado y huyó en la noche, dejándola clavada en la madera de la pared.