23 Pocos meses más tarde, el ejército sirio llegó y conquistó Judá y Jerusalén, y mató a todos los dirigentes del pueblo, y envió todo el botín al rey de Damasco.
24 Fue un gran triunfo con pocos hombres. El SEÑOR dejó que el gran ejército de Judá fuera vencido por tan pequeño grupo, por cuanto lo habían abandonado a él, que es el SEÑOR, Dios de sus antepasados. Así castigó Dios a Joás.
25 Cuando los sirios se fueron, como Joás estaba seriamente herido, sus oficiales decidieron matarlo, para vengar la muerte de Zacarías, el hijo del sumo sacerdote Joyadá. Lo mataron en su cama, y lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en el cementerio de los reyes.
26 Los conspiradores fueron Zabad hijo de Simat el amonita, y Jozabad hijo de Simrit el moabita.
27 Si quieren leer acerca de los hijos de Joás, de las maldiciones que cayeron sobre Joás y sobre la restauración del templo, lean los Anales de los Reyes. Cuando Joás murió, su hijo Amasías ocupó el trono.