28 Entonces el Rabsaces asirio gritó en hebreo al pueblo que estaba sobre los muros:—¡Oigan lo que dice el gran rey de Asiria!
29 ¡No permitan que el rey Ezequías los engañe! ¡Él jamás podrá salvarlos de mi poder!
30 ¡No permitan que los engañe haciéndoles creer que el SEÑOR los salvará!
31-32 »¡No escuchen al rey Ezequías! ¡Ríndanse! ¡Podrán vivir aquí en su tierra hasta que yo los conduzca a otra tierra semejante a esta, con muchas cosechas, grano, vino, olivos y miel! Todo esto es mejor que la muerte. No escuchen al rey Ezequías cuando trate de convencerlos de que el SEÑOR los salvará.
33 »¿Ha podido alguno de los dioses de las otras naciones librarlos del rey de Asiria?
34 ¿Qué le ha pasado a los dioses de Jamat, Arfad, Sefarvayin, Hená e Ivá? ¿Rescataron a Samaria?
35 Si no hay dios que haya podido salvar a nación alguna de mi poder, ¿qué los hace pensar que el SEÑOR puede salvar a Jerusalén?