9 Cuando le oí hablar, caí boca abajo, desmayado.
10 Pero una mano me tocó y me levantó, aún temblando, hasta que estuve sobre mis manos y rodillas.
11 Él dijo: “¡Oh Daniel, amado de Dios, levántate y escucha cuidadosamente lo que yo tengo que decirte, pues Dios me ha enviado a ti!”»Así que me puse de pie, aún temblando de temor.
12 Luego me dijo: “No tengas miedo, Daniel, pues desde el primer día en que trataste de comprender las cosas difíciles y te mostraste humilde ante tu Dios, él te escuchó. Por eso estoy aquí, como respuesta a tus oraciones.
13 Durante veintiún días el príncipe de Persia estorbó mi camino, pero vino en mi ayuda el ángel Miguel, uno de los príncipes de más alto rango. Y me quedé allí, con los reyes de Persia.
14 Pero ahora estoy aquí para contarte lo que acontecerá a tu pueblo en el futuro, pues la visión tiene que ver con ese tiempo”.
15 »Todo este tiempo, mientras él hablaba, yo miraba hacia abajo, no pudiendo siquiera pronunciar una sola palabra.