26 Pero el tronco y las raíces las dejaron en el suelo. Esto significa que otra vez usted tendrá su reino, cuando haya aprendido a ser humilde y reconozca que del cielo viene todo poder para reinar.
27 »¡Oh, rey Nabucodonosor, escúcheme, deje de cometer injusticias; haga lo que es recto, ponga fin a sus maldades, muestre misericordia a los pobres! Quizás entonces seguirá viviendo con prosperidad.
28 Entonces todas estas cosas le sucedieron a Nabucodonosor.
29 Doce meses después de este sueño, él estaba paseando por la terraza del palacio real en Babilonia,
30 e iba diciendo: «¡Miren qué gran ciudad es Babilonia! Yo, con mi propio poder, he construido esta hermosa ciudad como mi residencia real y como capital de mi imperio».
31 Mientras aún estaban estas palabras en su boca, una voz le habló desde el cielo:«Oh, rey Nabucodonosor, este mensaje es para ti: Tú no eres más el soberano de este reino.
32 Serás separado de la gente para vivir con los animales en los campos, y para comer hierba como las vacas durante siete años hasta que finalmente te des cuenta que el Dios Altísimo gobierna sobre todos los reinos de la tierra y se los da a quien él quiere».