19 El SEÑOR envió un viento fuerte de occidente que hizo que las langostas fueran a dar al Mar Rojo, de modo que no quedó una sola langosta en Egipto.
20 Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, y éste no dejó salir al pueblo.
21 El SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta tus manos al cielo, para que todo Egipto quede cubierto de tinieblas. ¡Será tal la oscuridad que los egipcios andarán a tientas!»
22 Así lo hizo Moisés, y espesas tinieblas cubrieron la tierra. Durante tres días,
23 los egipcios no pudieron verse unos a otros, ni salir de sus casas. En la región habitada por el pueblo de Israel, en cambio, había luz como de costumbre.
24 El faraón llamó a Moisés y le dijo:—Vayan y adoren al SEÑOR, pero dejen sus ovejas y sus vacas aquí. Pueden llevarse a sus hijos con ustedes.
25 —No —respondió Moisés—, debemos llevar nuestras ovejas y vacas para presentar ofrendas y holocaustos a nuestro Dios.