9 —Iremos con nuestros niños y nuestros ancianos, nuestras ovejas y nuestras vacas —respondió Moisés—. Llevaremos todo lo nuestro, porque iremos en santa peregrinación.
10 —¡Que el SEÑOR los ayude! —respondió el faraón—. ¿Acaso creen que les dejaré llevar a los pequeños? ¡Ya veo lo que están planeando!
11 ¡Jamás accederé a esto! Si quieren ir a adorar al SEÑOR, entonces vayan solamente ustedes los hombres.Luego echaron de la presencia del faraón a Moisés y a Aarón.
12 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta tu mano sobre la tierra de Egipto, para hacer que vengan langostas a cubrir la tierra y a comer todo lo que quedó después del granizo».
13 Moisés levantó la vara y el SEÑOR hizo que un viento oriental soplara todo aquel día y toda la noche. A la mañana siguiente, el viento oriental había traído las langostas.
14 Y las langostas cubrieron a Egipto completamente. Era la peor plaga de langostas en la historia de Egipto. ¡Nunca habrá otra igual!
15 Las langostas cubrían la tierra y no permitían que se viera el sol, de modo que la tierra estaba en tinieblas. Las langostas se comieron toda la vegetación que había escapado del granizo. No quedó nada verde, ni árbol ni planta, en todo Egipto.