25 Las ruedas de sus carros de guerra se atascaron, de modo que avanzaban muy lentamente. Entonces los egipcios gritaron: «¡Salgamos de aquí, porque el SEÑOR está peleando por ellos contra nosotros!»
26 Cuando todos los israelitas pasaron, el SEÑOR le dijo a Moisés: «Extiende tu vara sobre el mar, para que las aguas regresen y caigan sobre los egipcios, sobre sus carros y sus jinetes».
27 Moisés lo hizo así y, al amanecer, el mar regresó a su posición normal. Los egipcios trataron de huir, pero el SEÑOR los hizo ahogar en el mar.
28 El agua cubrió el sendero, y a los caballos y sus jinetes. Y todo el ejército del faraón, que perseguía a Israel a través del mar, pereció.
29 En cambio, el pueblo de Israel cruzó el mar por tierra seca, pues las aguas habían formado muros a ambos lados de ellos.
30 Así salvó el SEÑOR a los israelitas aquel día. El pueblo de Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.
31 Cuando los israelitas vieron el gran milagro que el SEÑOR había hecho por ellos contra los egipcios, temieron al SEÑOR, y creyeron en él y en su siervo Moisés.