17 Cuando Josué oyó el bullicio del pueblo que gritaba, le dijo a Moisés:—Suena como si estuvieran preparándose para la guerra.
18 Pero Moisés le respondió:—No es grito de victoria ni de derrota lo que yo oigo; lo que escucho son canciones.
19 Cuando llegaron cerca del campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y con terrible ira arrojó las tablas al suelo, al pie del monte, y se rompieron.
20 Luego tomó el becerro, lo fundió en fuego, y cuando se enfrió el metal, lo molió hasta hacerlo polvo. Mezcló ese polvo con agua, para que el pueblo bebiera.
21 Después se dirigió a Aarón, y le preguntó:—¿Qué te ha hecho este pueblo, para que le hagas cometer este terrible pecado?
22 —No te enojes tanto —dijo Aarón —. Tú bien sabes que este pueblo es inclinado a la maldad.
23 Ellos me dijeron. “Haznos un dios que nos dirija, porque algo le habrá ocurrido a Moisés, el que nos sacó de Egipto”.