2-3 Pero Abram contestó:—Mi SEÑOR y Dios, ¿para qué me servirá todo lo que me vas a dar, si no tengo hijos? En ese caso, como no me has dado un hijo, todo lo que me regales le quedará a Eliezer de Damasco, que es uno de mis criados.
4 Entonces el SEÑOR le dijo:—Vas a tener un hijo, y será él quien se quede con todo lo que tienes. ¡De modo que ningún extraño se quedará con tus bienes!
5 Luego el SEÑOR hizo que Abram saliera de su carpa, y le dijo:—Intenta contar todas las estrellas que hay en el cielo, y verás que no puedes. ¡Pues, así de numerosos serán tus descendientes!
6 Y Abram le creyó al SEÑOR, y esto le agradó al SEÑOR y, por eso, lo consideró un hombre justo.
7 Y le dijo:—Yo soy el SEÑOR que te saqué de la ciudad de Ur de los caldeos, para regalarte esta tierra.
8 Pero Abram le respondió:—Mi SEÑOR y Dios, ¿cómo podré estar seguro de que me la vas a regalar?
9 Entonces el SEÑOR le dijo:—Trae una ternera, una cabra y un carnero, de tres años cada uno. También consigue una tórtola y un pichón de paloma.