8 Ahora, hijo mío, préstame atención y haz exactamente lo que yo te voy a decir:
9 Ve al rebaño y tráeme dos de los mejores cabritos. Con ellos le prepararé un guiso sabroso a tu padre, tal como a él le gusta.
10 Luego tú se lo servirás, y cuando él se lo haya comido, te dará la bendición antes de su muerte.
11 —Pero, madre —dijo Jacob—, mi hermano es muy velludo, mientras que yo soy lampiño.
12 Si a mi padre le da por tocarme pensará que me estoy burlando de él. Entonces, en vez de bendecirme me maldecirá.
13 —Que sus maldiciones caigan sobre mí, hijo mío —dijo ella—. Haz lo que te he dicho. Ve a buscar los cabritos.
14 Jacob siguió las instrucciones de su madre y le trajo los dos cabritos. Su madre preparó un guiso tal como le gustaba a Isaac.