4 —¡Mentira! —silbó la serpiente—. ¡No morirán!
5 Lo que pasa es que Dios sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, obtendrán todo el conocimiento, pues podrán conocer el bien y el mal. ¡Ese día ustedes serán como Dios!
6 La mujer contempló el árbol y se convenció de que su fruto era bueno para comer. Además, lo vio muy hermoso, y pensó que era su oportunidad para conseguir la sabiduría. Así que agarró el fruto y comió. Luego le dio de comer a su marido, el cual estaba con ella.
7 Tan pronto lo comieron, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrir su desnudez.
8 Aquella tarde, a la hora en que sopla la brisa, el hombre y la mujer oyeron que Dios andaba por el jardín. Entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios el SEÑOR no los viera.
9 Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le preguntó:—¿Dónde estás?
10 El hombre le contestó:—Oí que andabas por el jardín y me dio miedo, pues estoy desnudo. Así que me escondí.