31 Jacob le respondió:—Yo huí porque tenía miedo. Pensé: «Él me quitará a sus hijas por la fuerza».
32 Pero en cuanto a tus ídolos no tengo ni idea. Si alguno de nosotros te los robó, entonces que sea castigado con la muerte. Si encuentras una sola cosa que te hayamos robado, te juro delante de todos estos hombres, que te la podrás llevar sin ningún problema.Jacob dijo esto porque no sabía que Raquel se los había robado.
33 Labán entró primero a la tienda de Jacob a buscar los ídolos, luego a la de Lea y de allí a las de las dos concubinas, pero no encontró nada en ellas. Finalmente entró a la tienda de Raquel.
34 Como recordarán, Raquel era la que se había robado los ídolos. Ella los había escondido en la silla de su camello y estaba sentada sobre ellos. Aunque Labán buscó en toda la tienda, nada encontró.
35 Raquel le dijo a Labán:—Padre, perdóname que no me levante, pero estoy con la menstruación.Labán siguió buscando sus ídolos, pero no los encontró.
36 Entonces Jacob se enojó, y en tono fuerte le dijo a Labán:—¿Qué mal te he hecho, para que me hayas perseguido como si yo fuera un criminal?
37 ¡Has registrado todas mis cosas! Dime, ¿encontraste algo que sea tuyo? Si es así, entonces, colócalo aquí para que todos los que están aquí lo vean y digan quién tiene la razón.