11 Ve por tanto y adviértele a todo Judá y Jerusalén diciendo: Oigan la palabra del SEÑOR: Estoy planeando hacerles mucho mal en vez de otorgarles beneficios; apártense de su mala conducta y hagan lo bueno.
12 Pero ellos replicaron: «No pierdas tu tiempo. No tenemos ninguna intención de hacer lo que Dios dice. Seguiremos viviendo como nos dé la gana, libres de todo lo que nos frene, así nos sentimos bien».
13 Luego el SEÑOR dijo: ¡Ni entre los paganos se oyó jamás cosa tal! Mi pueblo ha hecho algo tan espantoso que no se entiende.
14 En lo alto del Líbano jamás se derrite la nieve. Las frías corrientes que manan de las grietas del monte Hermón jamás se secan.
15 En eso se puede confiar porque pasa con regularidad, pero no en mi pueblo. Porque me han abandonado y puesto su confianza en ídolos que no sirven para nada. Se han alejado de una vida honesta y ahora viven dedicados a cometer toda clase de delitos.
16 Por lo tanto su tierra será desolada, de modo que cuantos pasen por allí abrirán la boca y moverán la cabeza asombrados al ver tanta destrucción.
17 Esparciré a mi pueblo ante sus enemigos como el viento del este esparce el polvo. Y cuando estén atribulados les volveré la espalda y rehusaré poner atención a su desesperación.