1 Cierto día de diciembre del mismo año —el cuarto año del reinado de Sedequías, rey de Judá— Jananías, hijo de Azur, un falso profeta de Gabaón, habló en público en el templo cuando todos los sacerdotes y el pueblo escuchaban, y dijo:
2 —El SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, declara: ¡Los he librado de la opresión que sufrían bajo la dominación del rey de Babilonia!
3 Dentro de dos años traeré de regreso todos los tesoros del templo que Nabucodonosor se llevó a Babilonia,
4 y traeré de regreso al rey Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los demás cautivos que se encuentran desterrados en Babilonia, dice el SEÑOR. Tengan por cierto que los libraré de la opresión que sufren de parte del rey de Babilonia.
5 Entonces, frente a todos los sacerdotes y el pueblo, Jeremías le dijo a Jananías:
6 —¡Bonitas palabras dices! ¡Ojalá se cumplan tus profecías! Espero que el SEÑOR haga cuanto dices y traiga de Babilonia los tesoros de este templo, y a todos nuestros seres queridos.
7 Pero escucha ahora las solemnes palabras que en presencia de todo este pueblo pronuncio yo.