4 ¡Todos los cultivos fueron devorados por las plagas! Primero vinieron las orugas y se comieron una parte. Luego vinieron las langostas y acabaron con otra parte. Después de éstas vinieron sucesivamente pulgones y saltamontes y se comieron lo poco que quedaba.
5 ¡Despierten y lloren ustedes, borrachos, pues no hay uvas para preparar el vino! ¡Les quitarán hasta el mosto que tengan en la boca!
6 ¡Un inmenso ejército los invade! Es un ejército terrible, demasiado numeroso como para poder ser contado, ¡es tan terrible y destructor que parece tener dientes y garras como los de los leones!
7 Han arruinado mis viñedos y desgajado las higueras. ¡Las han derribado y pelado por completo!
8 Llora, como llora desconsolada una joven novia porque han matado a su prometido.
9 Ya no hay cereales ni vino para llevar como ofrenda al templo del SEÑOR. Por eso están de luto los sacerdotes que sirven al SEÑOR, quienes ministran en su templo.
10 Los campos están secos, la tierra está vacía. Se perdió la cosecha del trigo, ya no hay vino y se acabó el aceite.