8 Llora, como llora desconsolada una joven novia porque han matado a su prometido.
9 Ya no hay cereales ni vino para llevar como ofrenda al templo del SEÑOR. Por eso están de luto los sacerdotes que sirven al SEÑOR, quienes ministran en su templo.
10 Los campos están secos, la tierra está vacía. Se perdió la cosecha del trigo, ya no hay vino y se acabó el aceite.
11 ¡Lloren, labradores! ¡Sollocen, viñadores! ¡Pues se perdieron las cosechas del trigo y la cebada!
12 Las vides están muertas; las higueras se están muriendo; los granados están secos, lo mismo que las palmeras y los manzanos. ¡Todos los árboles del campo se murieron! Por eso la alegría se ha ido de la gente.
13 ¡Sacerdotes, vístanse de luto, lloren ustedes que ministran en el altar! Vengan, ministros de Dios, y pasen la noche sobre ceniza y con ropas ásperas en señal de profunda tristeza, porque en el templo de su Dios no hay ofrendas de cereales ni de vino.
14 Anuncien un ayuno general; llamen a todo el pueblo a una reunión. Reúnan a los jefes y a todo el pueblo dentro del templo del SEÑOR su Dios, para que le pidan ayuda al SEÑOR.