33 Destruyó a los amonitas con una terrible matanza a lo largo de todo el camino entre Aroer y Minit, incluyendo veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas. Los amonitas fueron subyugados por el pueblo de Israel.
34 Cuando Jefté regresó a su casa, su hija, su única hija, corrió a su encuentro tocando el tamboril y danzando de alegría.
35 Cuando él la vio rasgó su ropa con angustia.—¡Ay, hija mía! —exclamó—. Tú me has abatido hasta el polvo. Porque he hecho voto delante de Jehová y no puedo retractarme.
36 —Padre —le dijo ella—, debes hacer lo que has prometido a Jehová, porque Él te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos los amonitas.
37 Pero, primero déjame que suba a los montes y llore con mis amigas mi virginidad durante dos meses.
38 —Sí —dijo él—, anda.Y ella lo hizo y lloró su suerte con sus amigas durante dos meses;
39 luego regresó a donde estaba su padre, que hizo lo prometido. Así que ella nunca se casó. Y después llegó a ser una costumbre de Israel