18 Confieso que el SEÑOR tiene razón, pues me he rebelado en su contra. ¡Oigan, les ruego, pueblos de todas partes, vean mi dolor, pues mis muchachos y señoritas han sido llevados como esclavos a tierras lejanas!
19 Pedí ayuda a mis amantes pero ellos me traicionaron. Mis sacerdotes y mis sabios consejeros murieron mientras buscaban comida para sobrevivir.
20 ¡Mira, oh SEÑOR, mi angustia! ¡Mi corazón está quebrantado y todo mi ser desesperado por haberme rebelado contra ti! En las calles la espada de los enemigos mata a mis hijos y en casa sólo hay muerte.
21 ¡Escucha mis lamentos, SEÑOR, porque tú eres el único que puede consolarme! Cuando mis enemigos escuchan del mal que tú me has hecho, se alegran. ¡Haz que llegue el día en que a ellos les vaya como me ha ido a mí!
22 ¡Mira también todos sus delitos, oh SEÑOR, y trátalos por ellos como me has tratado a mí! ¡Es que ya estoy harta de gemir y sentir cómo mi corazón se va debilitando!