2 Y ahora el pueblo se vuelve más idólatra y tonto. Funden su plata y con ella los artesanos fabrican ídolos y luego dicen: «¡Ofrezcan sacrificios rituales y besen a estos nuestros dioses! ¡Estos becerros son nuestros dioses!»
3 Por eso desaparecerán como la niebla matutina al salir el sol, como el rocío que rápidamente se seca, como la paja llevada por el viento, como una nube de humo.
4 El SEÑOR dice: «Sólo yo soy su Dios, el SEÑOR, y lo he sido desde que los saqué de Egipto. No tienen otro Dios aparte de mí, pues no hay ningún otro Salvador.
5 Yo los cuidé en el desierto, en esa tierra árida y sedienta por donde anduvieron tanto tiempo.
6 Pero cuando llegaron a la tierra próspera y comieron hasta quedar satisfechos, entonces se volvieron orgullosos y se olvidaron de mí.
7 Por eso vendré sobre ustedes como un león, o como un leopardo que está al acecho en el camino esperando su presa.
8 ¡Los desgarraré como lo hace una osa con quien intenta quitarle sus cachorros! ¡Como un león los devoraré, como una bestia salvaje los devoraré!