1 Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el de Cristo.
2 Me alegra muchísimo, hermanos, que hayan recordado y puesto en práctica lo que les enseñé.
3 Pero hay algo que deseo recordarles: Cristo es la cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es la cabeza de Cristo.
4 Por eso, si un hombre no se descubre la cabeza mientras ora o predica, deshonra a Cristo.
5 Y si una mujer ora o profetiza en público sin cubrirse la cabeza, deshonra al esposo. Es como si estuviera rasurada por completo.
6 Por eso, si la mujer se niega a cubrirse la cabeza, debe cortarse el pelo. Y si no quiere cortárselo porque le es vergonzoso, cúbrase la cabeza.
7 Pero el hombre no debe ponerse nada en la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios. La gloria del hombre es la mujer,