30 ¿Y para qué vamos a estar nosotros jugándonos constantemente la vida?
31 Les aseguro que a diario arriesgo la vida; tan cierto es esto como el orgullo que siento por ustedes, en Cristo Jesús, nuestro Señor.
32 ¿Qué he ganado yo enfrentándome en Éfeso a hombres que eran como fieras? Si no vamos a resucitar, ¡comamos y bebamos que mañana moriremos!
33 No se dejen llevar por los que dicen tales cosas. «Las malas amistades, echan a perder las buenas costumbres.»
34 Despierten y no pequen más, porque algunos de ustedes no conocen a Dios. Para avergonzarlos les digo eso.
35 Quizás algunos se pregunten: «¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?»
36 ¡Necio! Cuando uno siembra una semilla, no germina si no muere primero.