53 Porque es imprescindible que este cuerpo corruptible se convierta en un cuerpo incorruptible, y que lo mortal sea inmortal.
54 Cuando así suceda, se cumplirá la siguiente profecía:“Ha sido devorada la muerte por la victoria”.
55 ”¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?”
56 En efecto, el pecado, que es el aguijón de la muerte, ya no existirá; y la ley, que le da poder al pecado, dejará de juzgarnos.
57 ¡Gracias a Dios que nos da la victoria por medio de Jesucristo, nuestro Señor!
58 Por eso, amados hermanos míos, estén firmes y constantes; trabajen siempre para la obra del Señor, conscientes de que nada de lo que hagamos para el Señor será en vano.