9 Les escribí de aquella manera precisamente para ver hasta dónde me obedecían.
10 Yo perdonaré a cualquiera que perdonen. Y lo que yo haya perdonado, si algo tenía que perdonar, lo he hecho por ustedes delante de Cristo,
11 para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues ya conocemos sus malas intenciones.
12 Bien, cuando llegué a la ciudad de Troas, el Señor me proporcionó formidables oportunidades para predicar el evangelio de Cristo.
13 Pero Tito, mi amado hermano, no estaba allí cuando llegué. Tan intranquilo me puso esto que me despedí y fui a buscarlo a Macedonia.
14 Pero, ¡gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo! y dondequiera que vamos nos usa para hablar a otros y para esparcir el evangelio como perfume fragante.
15 Para Dios somos como la fragancia de Cristo; olor que llega a los que se salvan y a los que se pierden.