9 Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no porque lo mereciéramos sino por su amor y porque así lo planeó. Antes que el mundo comenzara, su plan era mostrarnos su bondad a través de Cristo Jesús.
10 Esto se hizo patente con la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien quebrantó el poder de la muerte y nos mostró la vida incorruptible por medio del evangelio.
11 Dios me nombró apóstol suyo, con la tarea de predicar y enseñar ese mensaje.
12 Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Mas no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que puede guardar lo que le he encomendado hasta el día de su retorno.
13 Ten por norma las sanas verdades que te enseñé, especialmente las concernientes al amor y a la fe en Cristo.
14 Guarda bien la preciosa enseñanza que Dios te dio, mediante el Espíritu Santo que mora en nosotros.
15 Como sabrás, los de la provincia de Asia me han abandonado, aun Figelo y Hermógenes.