2 Entonces el jefe de los sacerdotes, Ananías, ordenó a los que estaban cerca de Pablo, que lo golpearan en la boca.
3 Pablo respondió: —¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios! Está sentado allí para juzgarme de acuerdo con la ley, y usted mismo la quebranta al mandar que me golpeen.
4 Los que estaban junto a Pablo le dijeron: ¿Cómo te atreves a insultar al jefe de los sacerdotes de Dios?
5 Pablo les respondió: —Hermanos, no sabía que él era el jefe de los sacerdotes. Porque las Escrituras dicen: ‘No hables mal del que gobierna a tu pueblo’.
6 Como Pablo sabía que algunos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, dijo en voz alta:—Hermanos, yo soy fariseo al igual que mis antepasados. Me están juzgando porque espero la resurrección de los muertos.
7 Apenas dijo esto, empezaron a discutir los fariseos y los saduceos, y la reunión se dividió.
8 Es que los saduceos afirman que no hay resurrección, ni ángeles ni espíritus. Los fariseos, en cambio, sí creen en todo esto.