48 Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por seres humanos.
49 »“El cielo es mi trono,” dijo el profeta,“y la tierra es mi estrado. ¿Qué casa me pueden edificar ustedes? ¿Podré yo vivir en ella?
50 ¿No fui yo el que hizo todas estas cosas?"
51 “¡Tercos! ¡Infieles! ¿Hasta cuándo van a estar resistiendo al Espíritu Santo? Claro, ¡de tal palo tal astilla!
52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados, que hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, que ustedes acaban de traicionar y asesinar?
53 Sí, ustedes que quebrantan la ley que recibieron de mano de los ángeles.»
54 Los jefes judíos, al escuchar la acusación de Esteban, crujían los dientes y rabiaban de furia contra él.