11 Vino a este mundo, que es suyo, y los suyos no lo recibieron.
12 Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en él, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
13 Los hijos de Dios no nacen de la sangre, ni por deseos naturales o por voluntad humana, sino que nacen de Dios.
14 Y la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que le pertenece al Hijo único del Padre, en el que abundan el amor y la verdad.
15 Juan habló de él y, a voz en cuello, gritó: «Éste es del que yo les había dicho que venía después de mí. Pero él es más importante que yo, porque existía antes que yo».
16 De la abundancia que hay en él, todos hemos recibido bendición sobre bendición.
17 Por medio de Moisés recibimos la ley mientras que por medio de Jesucristo recibimos el amor y la verdad.