13 Los hijos de Dios no nacen de la sangre, ni por deseos naturales o por voluntad humana, sino que nacen de Dios.
14 Y la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que le pertenece al Hijo único del Padre, en el que abundan el amor y la verdad.
15 Juan habló de él y, a voz en cuello, gritó: «Éste es del que yo les había dicho que venía después de mí. Pero él es más importante que yo, porque existía antes que yo».
16 De la abundancia que hay en él, todos hemos recibido bendición sobre bendición.
17 Por medio de Moisés recibimos la ley mientras que por medio de Jesucristo recibimos el amor y la verdad.
18 A Dios nadie lo ha visto nunca; pero el Hijo único, que es Dios mismo y siempre está en unión con el Padre, nos ha enseñado cómo es, para que así lo podamos conocer.
19 Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y ayudantes del templo para que le preguntaran a Juan quién era él. Esto es lo que Juan les respondió: