37 El maestro de la ley contestó:—El que se compadeció de él.Entonces Jesús le dijo:—Anda pues y haz tú lo mismo.
38 Jesús y sus discípulos continuaron su viaje y entraron en un pueblo. Allí, una mujer llamada Marta los recibió en su casa.
39 Ella tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor a escucharlo.
40 Marta, estaba preocupada, pues tenía mucho que hacer. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? Dile que me ayude.
41 Jesús le contestó:—Marta, Marta, te preocupas demasiado por muchas cosas.
42 Pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la va a quitar.