29 Entonces él les tocó los ojos y dijo: —Hágase realidad lo que han creído.
30 ¡Y recobraron la vista!Jesús les pidió encarecidamente que no se lo contaran a nadie,
31 pero apenas salieron de allí se pusieron a divulgar por aquellos lugares lo que Jesús había hecho.
32 Cuando se fueron los ciegos, le llevaron a la casa a un hombre que había quedado mudo por culpa de demonios que se le habían metido.
33 Tan pronto como Jesús los echó fuera, el hombre pudo hablar. La gente, maravillada, exclamó:«¡Jamás habíamos visto algo semejante en Israel!»
34 En cambio, los fariseos decían:«Él puede echar fuera demonios porque tiene dentro al mismísimo príncipe de los demonios».
35 Jesús recorría las ciudades y los pueblos de la región enseñando en las sinagogas, predicando las buenas nuevas del reino y sanando a la gente de sus enfermedades y dolencias.